Teusaká: Memoria Activa, Narrativa Viva
- Felipe Londoño
- Apr 27
- 5 min read

Una Narrativa Viva de Agua, Resiliencia y las Semillas de Vida en la Tierra de los Muiscas
Desde tiempos ancestrales, los muiscas, habitantes de la Sabana de Bogotá, comprendieron que el agua y la tierra eran mucho más que recursos: eran la base sagrada de la vida, el latido profundo de la existencia. A través de sus ingeniosas zanjas y camellones, los muiscas canalizaron y armonizaron las aguas de la región, desarrollando sistemas que no solo protegían sus cultivos, sino que preservaban un equilibrio vital con el entorno. Estas prácticas eran reflejo de una visión del mundo donde cada elemento natural poseía espíritu y propósito. Hoy, en el proyecto Teusaká, queremos rendir homenaje a esa visión, inspirándonos en la sabiduría de los muiscas para enfrentar los desafíos ambientales y culturales actuales.
En Teusaká estamos tejiendo algo más que un espacio de conservación. Estamos construyendo una “narrativa viva,” un relato que une el pasado y el presente, guiado por las enseñanzas y la resiliencia de los muiscas. Desde el Museo del Oro hasta el Parque del Agua en la Hacienda Quebrada Honda, invitamos a cada visitante a caminar junto al agua, a sumergirse en una experiencia donde la historia y la naturaleza se conectan, y a redescubrir su vínculo con el paisaje. Este sendero no es solo un recorrido físico; es un viaje simbólico, una manifestación de la “memoria activa” que conecta generaciones y recuerda la importancia de preservar nuestro legado.
Lecciones de los Muiscas: Resiliencia y la Sagrada Semilla de Vida

Los camellones y zanjas de los muiscas eran algo más que sistemas agrícolas; eran espacios de comunidad y resistencia. En ellos se cazaba, pescaba y recolectaban materiales en un sistema integral de recursos que sustentaba tanto la biodiversidad como el sustento humano. Estos espacios sagrados también simbolizaban la fortaleza de una cultura. A pesar de la colonización, algunos de estos sistemas continuaron en áreas remotas, preservando fragmentos de una visión adaptativa y resistente. En Teusaká, esta resiliencia nos inspira a integrar el agua no solo para riego o control de inundaciones, sino también para nutrir la biodiversidad y regenerar el espíritu de esta tierra.
Inspirados por la historia de las “semillas de los dioses,” presentes en las tradiciones de los muiscas, el proyecto Teusaká también se convierte en un guardián de semillas de vida. Estas semillas representan no solo especies vegetales, sino valores como la armonía, la perseverancia, la energía y la paz interior, cualidades que los muiscas cultivaban en su relación con la naturaleza. En el Parque del Agua, buscamos transmitir estas enseñanzas al hacer que cada visitante experimente la historia viva de las zanjas y camellones, contribuyendo así a un legado de regeneración y respeto por el entorno.
Del Museo del Oro al Parque del Agua y el Embalse de San Rafael: Un Camino de Memoria y Sabiduría

El viaje comienza en el Museo del Oro, donde los visitantes se encuentran con las tecnologías ancestrales de manejo del agua de los muiscas. Aquí, los conocimientos antiguos cobran vida, recordándonos que el legado cultural no es algo estático, sino una fuerza dinámica y continua. Desde este punto, el Sendero de los Sueños nos guía a través de los paisajes andinos hasta el Parque del Agua en la Hacienda Quebrada Honda, donde las zanjas y camellones son un símbolo de conexión y reverencia hacia el agua y la tierra.
En el Parque del Agua, las zanjas y camellones se convierten en una experiencia práctica y simbólica. Los visitantes participan en talleres de restauración, construyendo y manteniendo estos sistemas ancestrales en un acto que no solo es ecológico, sino también cultural. Este espacio se convierte en un punto de encuentro entre generaciones y culturas, donde los participantes pueden ver, tocar y ser parte de una historia viva y palpitante.
La experiencia culmina en el embalse de San Rafael, el corazón del sistema de tratamiento de agua de Bogotá. Este punto final, rodeado por un parque, no solo completa el recorrido, sino que también cierra la narrativa del agua como recurso vital y sagrado que sostiene a la ciudad. Al conectar el sendero con el embalse, Teusaká reafirma la relación esencial entre los ecosistemas naturales y las necesidades humanas modernas, recordándonos que el agua que veneraban los muiscas sigue siendo fundamental para nuestra vida cotidiana.
Teusaká y la Memoria Activa: Rescatando lo Sagrado y las Semillas de Vida
Para los muiscas, el agua era sagrada, y los lugares donde el agua fluía eran espacios de ofrenda y conexión espiritual. En Teusaká, hemos decidido rescatar y honrar esta relación, integrando el concepto de “memoria activa,” que implica no solo recordar las prácticas de los muiscas, sino adaptarlas y revitalizarlas en nuestro presente. Así, el agua recobra su estatus sagrado y su valor como símbolo de continuidad y vida. En el Parque del Agua, los visitantes no solo aprenden cómo los muiscas manejaban el agua; también participan en la creación de un legado vivo, un flujo de conocimiento tan vital como el propio río que sostiene el territorio.
Las Semillas y el Futuro de la Tierra

Inspirados en la historia de las semillas, simbolizamos en Teusaká una misión que va más allá de la conservación ambiental. Las veinte semillas representan el compromiso de cuidar la tierra, el agua, el aire y la vida en todas sus formas. Así como los muiscas veían en cada semilla una representación de la vida, la luz y la paz, queremos que en Teusaká estas semillas se conviertan en un emblema de esperanza y acción. La protección de cada planta y cada fuente de agua se convierte en un “absoluto ético,” una responsabilidad con la biosfera y con las generaciones futuras.
Conclusión: Teusaká como Símbolo de Regeneración Cultural y Ecológica
Teusaká es mucho más que un proyecto de conservación; es un espacio donde el pasado y el presente coexisten y se nutren mutuamente. Desde el Museo del Oro hasta el Parque del Agua y el embalse de San Rafael, cada segmento del recorrido es un capítulo de esta narrativa viva, donde el agua, la tierra y las enseñanzas de los muiscas se unen para formar un relato que sigue fluyendo. Al integrar las “veinte semillas de vida” en esta historia, reafirmamos que el verdadero tesoro de la tierra no es el oro, sino el equilibrio sagrado de los ecosistemas. En Teusaká, estamos rescatando algo más profundo que una técnica agrícola: estamos honrando una forma de vida que nos recuerda que somos parte de algo más grande, y que el agua, la tierra y las semillas que cuidamos hoy son el legado que dejaremos para el mañana.
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